viernes, 3 de enero de 2014

Inventario

En una de esas horas muertas del exceso vacacional de la Navidad me dio por bucear en algunos cajones.No es que uno sea demasiado desordenado porque el caos del que voy a hablar crece en toda aquella casa que tenga cajones de sastre,más bien desastre.
Igual todos tenemos algún rasgo de Diógenes pues acumular desperdicios sin sentido alguno es bastante común.
He aquí la teórica basura descubierta:
Una servilleta de aquel restaurante a recordar.
Una diapositiva definitivamente analógica.
Un lazo dorado y dos clips.
Unas gafas de pasta sin patillas.
Dos fichas de parchis verdes y un cubilete amarillo.
Un portaminas sin mina de Micky Mouse.
Un rollo de celo sin celo.
Un rotulador muerto.
Unas llaves que ya no abrirán nada.
Un Faber Catell sin tinta.
Un souvenir de Chicago.
Un pito...
Hasta aquí todo parece no tener sentido pero si te fijas bien son capas arqueológicas que contienen un verdadero diario de los objetos que escriben tu vida: aquel restaurante,aquella partida,aquel viaje...
Un álbum de momentos con su sutil y desordenada memoria.


1 comentario:

  1. Yo en cambio, tengo una actitud más Farenheit 451. Mi teoría es que si algo no lo he utilizado o necesitado en los últimos cuatro o cinco años, no me sirve para nada (salvo contados objetos sentimentales). Mi preocupación es que será de mi bibioteca y otros trastos viejos el día después. No quisiera que acabaran en una ropavejería o en un contenedor de reciclables. Prefiero prenderles fuego yo y disfrutar del aroma de sus llamas. Si me da tiempo.

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